domingo, 21 de septiembre de 2008

HAZ LO QUE YO DIGO....PERO ¿HAGO LO QUE DIGO?

Parto de la afirmación que indica que estamos inmersos un universo reticular... cada uno de nosotros, consciente o inconscientemente, es parte de esa red... Cada uno de nosotros no termina en nuestra piel sino que trascendemos, “funcionamos” en el contexto y con los “otros” por lo cual , de alguna manera, cada uno es un “nosotros” en contínuo cambio...

Como docente – sea considerada maestra, profesora o tutora – intento cumplir ciertas expectativas que la sociedad ( el “nosotros”) depositó en mi. Entre ellos – ya desde la Antigua Grecia- sobresalen tres aspectos:
A. El traspaso del acervo material, incluyendo los recursos materiales accesibles a sus miembros.
B. La transferencia de pautas de comportamiento y formas habituales de conducta.
C. La transmisión de los elementos más significativos de una cultura, es decir, la gama de significados y actitudes que los miembros de cada sociedad asignan a sus símbolos verbales, como aspiraciones generales, ideas de tiempo y espacio, en suma, lo que se denomina la Weltanschaung o visión del mundo “ (Goody)

Sin embargo, con el devenir de la historia y los cambios que se han ido produciendo, en la actualidad aunque no pienso que este objetivo sobre lo que se espera del docente haya cambiado en el fondo, sí lo ha hecho en las formas. Parafraseando a Alfred Korschipski. en Science and sanityr: “Dar clase no es ser maestro. Estar a cargo de un curso no es ser profesor o tutor”.

Siempre se requirió más, algo imperceptible, algo no mensurable..., algo etéreo... “Bertrand Russell nos suministra una indicación muy importante y útil...Apunta que un error frecuente ... es el de mezclar dos lenguajes que deberían estar estrictamente separados entre sí. En concreto, el lenguaje que se refiere a los objetos y el que hace referencia a las relaciones” (P. Watzlawic, “El sinsentido del sentido o el sentido del sinsentido”)

Creo que de algún modo, cada uno de los que elegimos esta profesión tuvimos un modelo de docente áulico, presente... Pero, en el mundo en red en que vivimos, ese modelo ha cambiado en pocos años de un modo sustancial: No siempre ni necesariamente la relación enseñanza-aprendizaje se reduce a un contexto áulico o presencial..., hoy, la red nos permite entablar una relación enseñanza aprendizaje de modo totalmente virtual...

Y es aquí donde quiero poner el foco... Realmente, ¿estamos preparados para eso? Quienes intentan acercarnos a ese nuevo modo de relación online,
¿ponen en práctica lo que intentan transmitir desde la teoría?

“...no somos factores computarizables. Por un lado, estamos determinados mediante las propiedades del sistema al que pertenecemos, pero también estamos en condiciones de poder intervenir de modo autónomo y de generar cambios. Entre individuo y sistema, entre «dentro» y «fuera» existe, pues, una interdependencia que debemos tener en cuenta de forma creciente a fin de encontrar otros accesos a nuestros problemas.” (P. Watzlawic, “El sinsentido del sentido o el sentido del sinsentido”)
En nuestra práctica cotidiana de aprendizaje virtual (e learning), nuestro guía profesor suele ser llamado tutor... La palabra tutor (según el diccionario de la R.A.E.) es la persona que ejerce tutela (protección), que se encarga de orientar a los alumnos en un curso o asignatura. En jardinería, el tutor es un palo, estaca o caña firme que sostiene a la planta hasta que crece lo suficiente para sostenerse sola... ¡Qué hermosa metáfora! ¿no es cierto?.... Pero... la mayoría de nuestros tutores, ¿actúan de ese modo?

Adherimos a conciencia al constructivismo y creemos y apoyamos el trabajo colaborativo, pues entendemos que «El hombre puede autorrealizarse sólo en la medida en que se olvida de sí mismo, en la medida en que pasa de sí mismo.» En otras palabras, (Víctor Frankl)

Sé que sólo se puede llegar a transmitir aquello que uno vivenció y en lo que uno cree desde la más profunda de sus convicciones... por eso me atrevo a preguntar...
¿la función de un docente en un trabajo virtual es sólo la de observador casual o, quizás, también sea su “obligación moral” si cree en lo que está intentando transmitir, que si sus “alumnos” no se comprometen no participan en esa construcción los debe incentivar? ¿debe solamente dejar que se respondan y ayuden entre ellos del modo que mejor puedan (excelente ejemplo de cooperación y colaboración) o, hacer un seguimiento adecuado de tal modo de no permitir que a falta de respuestas sus discípulos caigan en el desánimo y sensación de fracaso?

Tras esas preguntas a las que siento tener respuestas aunque no se condicen con el ejemplo que estoy recibiendo, me viene a la mente parte del módulo que estamos viendo en la Diplo... y creo que puede tener relación: «En todos los estratos sociales se confirman unos a otros los hombres en sus propiedades y capacidades humanas; y se puede calificar de humana a una sociedad en la medida en que sus miembros se confirman recíprocamente. La base de la convivencia humana es doble y, sin embargo, una sola: el deseo de todos los hombres de que los otros les confirmen como lo que son o incluso como lo que pueden llegar a ser, y la capacidad innata de los hombres para confirmar de ese modo a sus semejantes. El hecho de que esta capacidad esté yerma en tan gran proporción constituye la verdadera debilidad y lo cuestionable de la raza humana. La verdadera humanidad sólo se da allí donde esta capacidad se desarrolla» (Martin Buber)

¡Cuánta sabiduría! Sigo pensando en algunos de los muchos aportes que me brindó la bibliografía... Parafraseando a Paul Watzlawick: Si cada uno de nosotros tuviésemos realmente la idea que somos constructores de nuestra propia realidad, tendríamos tres características: “Primero, SERÍAN LIBRES, pues, el que se sabe constructor de su propia realidad, también puede crearla con otra forma en todo instante. Segundo, ese hombre SERÍA RESPONSABLE EN EL MÁS PROFUNDO SENTIDO ÉTICO, pues, quien ha comprendido de hecho que él es el constructor de su propia realidad, no cuenta ya con la opción de evadirse a la cómoda excusa de la coacción ejercida por las cosas ni con la de echar la culpa a otros. Tercero, un hombre de esas características SERÍA CONCILIADOR en el sentido más profundo del término.
Como es natural, personas de esas características son un producto raro, muy infrecuente” (Watzlawick)
Pero... esa debiera tratar de ser nuestra meta , ¿no?

Estamos en un brete... , en un conflicto... Estamos inmersos en nuestras propias dudas e inseguridades... ¡Nuevamente recuerdo un pasaje de Paul Watzlawick en el texto ya mencionado!: “La estrategia de pequeños pasos
“Nuestra aproximación a los problemas, concretamente desde una visión sistémica, debería estar condicionada por un principio que muchos solucionadores de problemas aplican ya hoy cuando se trata de una situación muy complicada. La receta no consiste en preguntarse qué debemos hacer para mejorar las cosas, sino en formularse la pregunta, extremadamente nihilista, de qué deberíamos hacer para que la situación se torne completamente imposible. Esta mentalidad, tan negativa en apariencia, tiene la gran ventaja de que no ponemos nuestra vista ...altos ideales, sino que nos preguntamos con toda seriedad qué propiedades del sistema debemos tener en cuenta o respetar para evitar que el problema se agrave. El error ... es el de suponer que un gran problema complejo sólo puede ser abordado mediante complejas estrategias de solución.... Sin embargo, ya la historia de la evolución de la vida en nuestro planeta nos enseña algo mucho mejor, pues la inaudita complejidad de la vida nació de sencillísimas condiciones de partida y avanzó a pasos pequeñísimos. Como sabemos, todas las grandes transformaciones en la evolución fueron catastróficas. Lo pequeño es tal vez más importante que lo grande. (...)
Pero, por contra, existe también una entropía negativa; es el tipo de procesos que podemos observar de continuo en la naturaleza: el crecimiento, la autocorrección. En mi opinión, lo mejor sería que nos convirtiéramos en servidores de la entropía negativa. En este contexto, el imperativo ético de Heinz von Foerster es muy importante para mí. Dice así: «Actúa siempre de forma que se creen nuevas posibilidades.»

En el entre tanto..., sigamos pensando, discutiendo, intercambiando ideas, trabajando -los que querramos y tengamos ganas- construyendo de manera colaborativa... pensando junto a Watzlawick que, por el momento, cada uno de nosotros sólo tenemos “la posibilidad de transmitirles (a nuestros alumnos) otra construcción que quizás cuadra mejor (con el mundo por venir)”.

¿Querés que trabajemos , pensemos, construyamos juntos? ¡Estoy dispuesta para el desafío.... sólo aguardo tu compañia!

1 comentario:

Patricia C. Olea dijo...

Hola Gra! Qué buenas y oportunas las citas que realizás. Realmente acuerdo totalmente con lo que escribiste. Hoy estoy entre los que estamos desanimados y sin pilas. Espero que se me pase y vuelva a retomar el desafío.
Patri